Desde el inicio de la semana anterior (28 de agosto) vemos con agrado el destrozo que se hace de nuestra plaza cívica y de la destrucción de algunos de los mezquites que en un buen momento, se pensó que alegrarían la vista de nuestro plantel y quizá, proveyeran de una sombra para defenderse de nuestro, cada vez más inclemente, astro rey.
¿Por qué decimos que con agrado?, pareciera que concordamos con algunos filósofos al decir que para ver nacer algo nuevo debemos destruir aquello que tanto esfuerzo a costado. Las perforaciones que vemos en nuestra plaza cívica constituyen el nacimiento de nuevos pilares que sustentarán la sombra que auxiliará a sobrellevar los actos cívicos y sociales que en el futuro se desarrollen en ese espacio y que en nuestro pasado reciente, constituían un tormento para quienes soportábamos esas inclemencias con el sano deseo de realizar los actos que dan realce a nuestra diaria labor. Actos que representan parte de las labores que apoyan a la formación integral de nuestros estudiantes, pero que son un constante quebradero de cabeza para quienes desean organizar un acto que destaque por su dignidad.
Del mismo modo, vemos las perforaciones en el espacio que había servido como un lugar de descanso para nuestro transporte escolar, y que con ellas muestra los soportes que han de sostener los muros que darán forma a nuestra, también muy deseada nueva aula. Este espacio ayudará a cobijar con decoro las actividades que en el aula, ese espacio cerrado que con sus límites apoyan a nuestros alumnos en los esfuerzos que realizan para, a través de la herramienta que vence esas fronteras en el aprendizaje de nuevas formas de pensamiento y que es la imaginación, dar rienda suelta a las ideas y sueños.
Ojalá que el esfuerzo de la generación escolar saliente y la que en un futuro cercano, disfrutará de estas instalaciones sepa valorar en la justa medida este esfuerzo y ayude a conservar, mediante el uso apropiado, estas obras que junto con las anteriores, merecen recibir el cuidado de todos los que, en cierto modo, compartimos espacios, tiempos y esfuerzos para lograr la educación de calidad que no sólo los padres, alumnos o docentes, sino todos los mexicanos buscamos para lograr un presente que depare un futuro promisorio y que éste nos encuentre preparados para afrontar los retos que conlleva la educación superior y el mercado laboral de nuestro país.
